Esta semana ha sido extraña y no digo extraña en el sentido de diferente sino de todo el significado real de esa palabra.
He estado enferma, cosa que nunca y que debo confesar me aterra enormemente. Yo no soy de los que se enferman, siempre he considerado (al menos hasta el martes pasado lo hacía), que tengo una salud de hierro.
Enfermarme me habla de lo vulnerable que soy ante la muerte y eso me asusta, sí, me asusta morirme aunque sé que eventualmente va a suceder. Pero no sólo me aterra morir, me da pavor pensar en perder a los que amo.
Hoy he tenido un sueño horrible de que lloraba con mis amigas porque alguien había muerto. La última vez que soñé algo parecido, falleció mi tío. Como comprenderán este día está siendo horriblemente tortuoso para mí.
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