lunes, 26 de mayo de 2008

Pensamientos Novelescos III

La mañana estaba fría, lluviosa, gris. En el taxi, camino al aeropuerto, miraba por la ventanilla, jóvenes paseando, niños con sus padres y pensó rápidamente en todas aquellas cosas sentimentales que le hacían tanta falta. Desde hacía varios días, le había dado por pensar en aquellas cosas. Eran pensamientos significativos, cortos y largos, unas veces punzaditas del corazón y otras veces largas reflexiones que atormentaban su mente. Sentía que le faltaba amor en su vida, siempre sintió ese vacío y ahora esto la afectaba mas gravemente, o talvez, era ahora cuando se hacía consciente de esa necesidad de dar y recibir amor.

Entre reflexiones, llegó al aeropuerto y encontrose con su amigo.

- Amelie, ¿que tal estás?

- Muy bien. Y tú, ¿Cómo la pasaste?

- En familia.

- Bueno aquí esta el encargo.

- ¿Solo eso me dirás?, ¿no nos sentaremos a charlar como solíamos hacer siempre?

- Es que no tengo muchas ganas de charlar.

Dejose convencer y fueron a la cafetería, aún faltaba una hora para que el vuelo partiera y de repente se le antojo un capuchino.

Hablaron un buen rato sobre banalidades: temperatura, la vida en Francia, la calidad del capuchino entre otras mil cosas que no lograban captar la atención de Amelie. Por fin la llamada para abordar, se despidió de su amigo y se sintió tentada por el lugar así que, se tomó otro café. Justo al partir el avión, empezó la lluvia, llovía fuerte, la mañana o lo que quedaba de ella se oscureció. Su mesa estaba justa al lado de las vitrinas de cristal que separaban a la cafetería de la pista de aterrizaje, la lluvia arreciaba cada minuto un poco más y en la misma medida, la cafetería se iba llenando de gente, Amelie lo notaba pero era como si no estuviese ahí, como si solo estuvieran la lluvia, su café y los recuerdos que aquella escena le traía, la lluvia significaba para ella recordar y era precisamente eso lo que hacía ahora. Recordaba que cuando era una adolescente odiaba la lluvia y hasta se encerraba para no verla ni oírla. Las tempestades significaban para ella la tempestad que ella misma había vivido.

- ¿Puedo?- dijo una voz extraña, sacándola automáticamente te sus pensamientos.

- Claro.- dijo casi distraídamente sin siquiera percatarse de que quien se había sentado a su lado. Al menos no en aquel primer momento.

viernes, 16 de mayo de 2008

Nadie Sufre lo Suficiente

Nadie Sufre lo Suficiente

Sí. Así es, nadie sufre lo suficiente, sólo cuanto necesita para crecer. He crecido bastante a lo largo de mi existencia. Una vez alguien me dijo que todas esas dolorosas situaciones por las que pasé (y las que me faltan) son porque Dios me quiere fuerte, porque busca fortalecer mi corazón y mi fe. Ahora lo veo, sólo ahora porque cuando se está en medio del dolor que causan las situaciones, una las ve como castigos injustos pero la verdad es que pasado el tiempo, cuando una logra ver las situaciones objetivamente, desde afuera, es cuando se logra entender realmente el propósito de Dios en cada una de ellas.

Nadie sufre lo suficiente... es desesperanzador pero es real. A los jóvenes de hoy nos espera un mundo en que será aún más difícil mantenerse a salvo, las generaciones que están subiendo y las que vendrán, no serán nada fáciles y la crisis de valores arrecia cada día más... Dios nos quiere fuertes, nos quiere capaces de luchar y vencer, capaces de mantener la esperanza, de ver esa luz al final del túnel entre tanta neblina... capaces de mantenernos a salvo y mantener a salvo a quienes dependerán de nosotros. Ya lo sé, Dios me quiere fuerte. No te quejes... Dios te quiere... fuerte!

martes, 13 de mayo de 2008

Pensamientos Novelescos II

Segunda Parte...


Los hombres no quisieron entrar a pesar de la insistencia de su tía. Ya no recordaba las palabras exactas pero si el rostro de tristeza y desesperación de su tía escuchar la noticia. Su padre había muerto en el campo de batalla. En solo 12 años de su vida había recibido dos golpes mortales, había perdido a su madre y padre en menos de 5 años. Antes de que se fueran todos, salió corriendo y se quedo mirando la lluvia, entonces no volvió a decir una sola palabra, siquiera en las terapias sicológicas a las que fue sometida, siquiera ante los ruegos de su tía. Llovió, llovió intensamente las semanas siguientes y mientras duro la lluvia, de sus labios no salió ni una sola palabra. Entonces lloró, lloró amargamente todo un día y su dolor pareció mitigarse entonces su primo que le dio un abrazo, un abrazo fuerte de esos en los que no hacen falta las palabras, de esos que lo dicen todo, este fue el abrazo mas significativo que jamás había recibido, desde entonces, la relación con su primo fue mejorando cada día, se hicieron amigos, confidentes, hermanos.

- Bueno, ya es hora de que me vaya a la cama. Mañana en la mañana llamaré a Francia para dar las felicitaciones y para enviarle el equipaje a Javier.

- Buenas noches hija.

- Buenas noches.

lunes, 5 de mayo de 2008

Tengo Miedo

Tengo miedo. Miedo de ser o de no ser. Miedo de huir y de quedarme, de estar y de no hacerlo. Miedo de sentir y de ser insensible. Miedo de fallar, de no ser lo que quiero y de ser quien ellos quieren por miedo a defraudarles.
Miedo de no llenar mis propias espectativas. Miedo de no poder algún día decirte el miedo que tengo de perderte y de poseerte por miedo a consumirte.
Miedo del sueño y de la realidad... Miedo a lo sublime de la rosa y a lo puntiaguda de la espina, al calor del verano y al frío del invierno, a la efímera belleza de la primavera y a lo gris del otoño.
Miedo de estar sola y de estar contigo por temor a perderte... Miedo a vivir y a morir.