La nuestra es una relación extraña. Es diferente a mí, muy diferente, pero existen esos puntos en los que convergemos. No somos íntimas amigas, pero no hay razón para mentirnos. Preguntamos sin miedo lo que se nos viene en gana, pero nunca cruzamos ese límite invisible que no sé distinguir de dónde viene, pero intuyo siempre donde está. A ella le sucede lo mismo.
Algún tiempo tuve miedo por el recuerdo de Beatríz, pero pronto comprendí que no había razón para ello. Está bien que esté en mi vida, pero no sufriría demasiado si la pierdo, y eso me gusta; creo que esa es nuestra versión de libertad.
De una forma extraña la quiero, la quiero pero no demasiado, supongo que le quiero lo justo.
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