Soy periodista, escribo para el Times. En esta época en la que el periodismo está destinado al género masculino, muchos me admiran por haber llegado hasta aquí. Me costó mucho trabajo ganarme un nombre en este espacio. Las humillaciones y decepciones que sufrí no fueron pocas, sin embargo son muchos los que en toda la ciudad, se quitan el sombrero al verme pasar.
Mi padre me lo había advertido, no sería una profesión fácil, pensó que era otro de mis caprichos cuando le dije que quería estudiar para ser periodista. Siempre quiso lo mejor para mí pero su idea contrastaba bastante con la mía dado que, casarme con un excelente hombre de negocios para mí no es suficiente. Yo necesito libertad, voz, voto, ¡poder!Sin embargo, hace unos días sentí por un instante que tal vez si sería suficiente. He pensado que con mis ideas liberales todos los posibles pretendientes se asustan, pero no tengo miedo de ello, ya no.
A mi despacho llego una invitación, de las muchas que suelen llegar, siempre le digo a Gladys que las depure, ella me conoce tanto, pero cuando vi el remitente la tome sin dudarlo, era la invitación para el cumpleaños de mi querida amiga Nora, estudiamos juntas en el colegio y mientras estudiaba periodismo, sus cartas me animaron a seguir, en seguida notifique al editor que yo cubriría el evento. Mi columna no es de sociales sin embargo, no dejaría pasar la ocasión de compartir con Nora. Y ahí estaba yo, hablando con viejos conocidos (Nora tiene ese poder de convocatoria) y personas a las que he entrevistado anteriormente, la noche estaba genial, amenizaba la fiesta nada más y nada menos que Ray Charles, (casi me desmayo cuando le vi tocar el piano, nunca estuve tan cerca suyo).
De repente, se extiende ante mí la mano de un caballero, impecablemente vestido, brindándome una copa e invitándome luego a bailar. La fiesta fue de disfraces, y aunque no pude ver completamente su rostro, fue interesante como nos compenetramos desde el principio, el baile fue el telón de fondo perfecto. Por un momento pensé que lo había encontrado… no soy, claro está, de las que sueña con encontrar un príncipe azul pero en sus ojos había algo que me decía que aquello no acabaría ahí.
Hoy le he dedicado mi columna, soy mejor con las palabras, espero la lea de todo corazón.
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