martes, 16 de agosto de 2011

Cambio.

Tengo 21 años y es recién ahora cuando enfrento la realidad de que ya soy un adulto. Sé que podrá parecerles estúpido pero es así.
Acostumbrada a que siempre mis padres (mi papá, en especial) fueran los que resolvieran los asuntos materiales de mi vida, no había caído yo en la cuenta de que hace un par de años que soy oficialmente un adulto. Esto según la ley, claro, porque cuando uno ha crecido no se nota por la edad que tienes sino por lo que sientes. Sentir que ya tienes que resolver tus cosas por ti misma, que la responsabilidad de ti es sólo tuya, que nadie más que tú responderá por tus actos, que ya eso de pedir ayuda a cada paso del camino no está y la mano de tus padres que se vislumbra cada vez más lejos. Pues eso es exactamente lo que me ha pasado en éstas últimas semanas. 
Varios sucesos, entre ellos la "desaparición" repentina de mi querido progenitor, han provocado en mí el sentimiento de que soy un adulto y no es nada agradable, es extraño, es diferente, no me gusta, pero es la realidad, no podía quedarme siendo la nena de mi padre toda la vida y siempre lo supe, sólo que una cosa es saber que existe el infierno y otra verse abrasada por las llamas del inframundo y sin previo aviso.

2 comentarios:

Karim López dijo...

Supongo que siempre llega ese momento, no?
.-K

Paty-pato dijo...

Así es y todos lo afrontamos de una manera diferente. Esta es la mía.
Me alegra verte por aquí.

:)