El 11 de febrero del presente mes cumplí 21 inviernos sobre la faz de esta tierra. Mi experiencia en este lugar ha sido dentro de lo que cabe buena, tal vez no todo lo satisfactoria que quisiera pero ha sido buena (aunque mi percepción depende también de mi estado de ánimo).
Asusta tener esta edad. Al menos a mí sí. Ya soy mayor en todas partes del globo y eso trae consigo una serie de responsabilidades y expectativas por parte de la familia y de mí misma. Cuando miro hacia atrás (y lo hago con frecuencia) me digo a mí misma que no estoy para nada en el lugar en que pensé que estaría a esta edad.
Sin embargo, sigo caminando, agradeciendo lo bueno, queriendo cambiar lo malo, luchando con mis fantasmas y tratando de aprovechar mis dones, sirviendo y luchando con ciertas compulsiones y los problemas existenciales que no me faltan.
A los que estuvieron, gracias. A los que no, gracias también porque siempre están los que hacen falta y los que no y quisieron estar ya buscarán la manera de hacerse presentes.
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