Marta me contaba de destierros, de habitaciones cerradas y muebles cubiertos, de paredes con ojos y almas que bajan por lámparas con lágrimas de cristal, de Toro Sentado y la Calavera de Descartes.
También de un niño que perdió la sonrisa, una madre al borde de la locura y otra que encuentra a su hijo perdido, de una mujer que lo sabe todo, de verdades a medias, de secretos bien guardados bajo juramentos con cruces en los labios y memorables retahílas...
Y de repente trató de convencerme, ella no es Ana Marta sino Marta... Dí mi nombre, ¡dilo!...
-Marta.- Entonces, me entraron ganas de llorar.
Buen libro, buen libro.
4 comentarios:
Justamente tenia que llamarse Marta??? como Martha Heredia!!! No ombe!!! Si hasta en la sopa sale....lol
Ay Bruja, no te voy a decir nada porque te quiero demasiado.
Qué bueno que andes por aquí.
Bsos ;)
Todo libro que haga que confundamos la linea que divide la imaginación con la fantasía, es un muy buen libro, sin duda es muy buen libro...
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