lunes, 8 de diciembre de 2008

Después...

Bajó del escenario. Llovían afuera los aplausos pero dentro, se hacía por fin el silencio. Entonces fue hora de subir, de recibir amablemente los aplausos, escuchar los elogios del presentador y de sonrojarse, de calmar los nervios, de salir e ir al baño, de cambiarse y terminar de colocar los nervios en su lugar. Luego seden las emociones para dar paso al cansancio, leve pero agotador. Lloviznan los elogios de aquellos que admiran con sinceridad y su esfuerzo no se ve tan recompenzado por esto más que por la satisfacción de haber sido ella misma por unos pocos minutos, encima de un escenario...

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