Él: No puedo dejar esas palabras que ya pertenecen
a otro cuerpo; a otra desnudez. No importa cuantas lunas logremos amarnos, no
podría mentir.
Ella: Pienso lo mismo. Sin embargo, siempre
habrá algo, por pequeño que sea, que te traiga a mí sin importar cuántas lunas pasen
ni con quien esté para contemplarlas.
Él: ¿Y qué importan las lunas, el insomnio y la
tristeza, si puedo siempre mirarme en ti?; todo lo que diga está demás...